En 1897, 20 soldados, un cirujano del ejército y un reportero, al mando del Teniente James A. Moss, fueron en bicicleta desde Fort Missoula en Montana a St. Louis, Missouri, un trayecto de más de 3000 kilómetros por terreno montañoso. El viaje fue una especie de experimento para comprobar si la bicicleta podría servir al Ejército como sustituto del caballo, ya que ésta no necesitaba ser alimentada y era potencialmente más silenciosa. Esta idea había estado dando vueltas durante algunos años y las bicicletas ya habían sido objeto de uso militar en Europa. En aquellos tiempos, la bicicleta había ganado mucha popularidad a ambos lados del Atlántico como deporte, actividad recreativa y transporte. Esa bicimanía que se experimentaba fue debida, en gran parte, a la reciente invención de la «bicicleta segura» (una bicicleta con ruedas de igual tamaño y con cadena para la transmisión), la precursora de las actuales bicicletas.
Por aquel entonces, el General Nelson A. Miles, de Massachusetts, comenzó a abogar por los mensajeros en bicicleta para el Ejército después de ver una carrera de ciclismo de seis días en el Madison Square Garden de Nueva York, en 1891. Él mismo llegó a ser conocido como «el patrón del ciclismo militar» y fue quien aprobó la solicitud del teniente James A. Moss para formar el Cuerpo de Bicicletas del Ejército en Fort Missoula.
En la década de 1890, el ejército estadounidense estaba segregado, estando la mayoría de los soldados de color (también conocidos como «Buffalo Soldiers») en los puestos más avanzados y aislados del Oeste. Fort Missoula, en ese momento, era el hogar de la Infantería Nº25, un regimiento completo de soldados de color. El Teniente Moss era sureño, se había graduado recientemente en West Point y contaba con 45 años de edad. Antes de esta marcha, él y algunos de los soldados del regimiento habían hecho otros viajes. Así, en el verano de 1896, ocho de ellos rodaron durante 4 días hasta el Lago McDonald, al norte de Missoula; y, tiempo después, marcharon hacia el Parque de Yellowstone en un viaje de 16 días, cubriendo una distancia de unos 1270 kilómetros aproximadamente. Cabe mencionar que el Teniente Moss tenía una vena romántica, disfrutaba del aire libre y la naturaleza, y para él esta marcha fue una auténtica “poesía de la bicicleta”, como lo refirió en su diario de viaje.
El viaje duró 41 días y se completaron unos 3050 kilómetros, cubriendo una distancia media de 74km al día, a una media de velocidad de 10km/h, una auténtica proeza para la época. Atravesaron los estados de Montana, Wyoming, Dakota del Sur, Nebraska y Missouri, y tardaron la mitad de tiempo de lo que tardaría una unidad de infantería o caballería y en un tercio del coste. Las bicicletas, unas Spalding fabricadas en Chicago, pesaban en torno a 32kg y tenían sólo una marcha. Las llantas eran de madera y los neumáticos se habían adaptado para circular off-road. Las carreteras de finales de 1800 en el oeste estaban, en su mayoría, sin pavimentar, obligando a los soldados a ir casi todo el tiempo por pistas de tierra (pasando mucho de ese tiempo empujando la bicicleta en lugar de montar). Para el viaje a St. Louis, Moss había elegido un camino que en su mayor parte circulaba paralelo y compartía con vías del ferrocarril (algo así como las actuales Vías Verdes).
Afortunadamente, Eddie Boos, un reportero de diecinueve años de edad, montó junto con el grupo y fue informando puntualmente al diario local de Missoula, así como a otros periódicos de Estados Unidos. La combinación de sus artículos y notas con las del Teniente Moss ha permitido tener una crónica bastante detallada del viaje. Así, sabemos que se trató de un grupo de personas hondamente comprometido y de gran resistencia, fuertes y con una elevada capacidad para sobreponerse a las circunstancias, y que incluso al final de un viaje tan largo y duro seguían manteniendo un agudo sentido del humor y del disfrute de la vida.
Boos cuenta que al llegar a St. Louis el grupo tuvo que ser escoltado. Más de 10.000 personas les estaba esperando para recibirles y ofrecerles una calurosa bienvenida en la meta de Forest Park.
Un año después de la gesta, para desgracia nuestra, este grupo de soldados volvió a mostrar su valía en la Guerra de Cuba contra España, también conocida como el Desastre del 98, obteniendo diferentes victorias. Finalmente, el Cuerpo de Bicicletas se disolvió poco después de la épica demostración de 1897 – el motor de combustión interna emergió como el sistema más eficaz para mover tropas y suministros-.
Desde Ride The Road rendimos homenaje con esta entrada a los componentes de aquella aventura, pioneros del mountain bike, y al ritmo de “Buffalo Soldier” de Bob Marley.
Es interesante conocer esa parte de la historia, la que no suele aparecer en los libros de texto, además de ser didáctica, sorprende y con una selección de fotos acertada.
Expectante para seguir descubriendo más!
Muchas gracias Maribel!! En breve el siguiente capítulo.
Que bueno el detalle de la musica!!!
jajajjaaaa
Montilleta, tú si que eres poesía en bicicleta!!!! Has colgado el video de tu última visita a la Calderona!!! Un abrazo amigo mío!!!
Raigocicleta!! Ya hay que ir pensando en la próxima salida!! Un fuerte abrazo.
Buena historia y pedazo de canción!!. Ya espero la siguiente entrada.
Eres un crack!
Grande Marcelo!!!!
Interesante y didáctico a la par que entretenido.
Enhorabuena Poeta de la bicicleta:)
Pepe, muchas gracias!! Lo bueno de tener una bici es que uno mismo es el protagonista de estas aventuras 🙂
Buen artículo! Interesante. Por cierto, porque no nos auto-bautizamos como Buffalo Soldiers? Me gusta!
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