¿Alguna vez os habéis imaginado una ciudad donde la forma habitual de moverse sea ir en bici?, pues os diré que el paraíso de las bicicletas existe y se llama Amsterdam. Ir en este medio de transporte es parte del modo de vida de esta ciudad. Aunque en toda guía de la ciudad que se precie explican que es una ciudad donde hay muchas bicicletas, realmente no te haces una idea hasta que no estás allí. Hay «montones» de bicicletas en cualquier esquina de la ciudad, tanto es así, que hay 7 millones en Amsterdam para 700.000 ciclistas y 750.000 habitantes. Cada año, alrededor de 80.000 son robadas y 25.000 acaban en los canales de la ciudad. Está claro que el secreto de que haya tantas es debido a su carril bici.
Pero ¿cuál es el origen del carril bici de los holandeses?
Holanda tiene el mayor número de ciclistas del mundo, y también es el lugar más seguro del mundo para circular en bicicleta, que es en gran parte por unas infraestructuras perfectas, que se pueden encontrar en todo el país.
Antes de la Segunda Guerra Mundial, había carril bici pero eran carriles estrechos, peligrosos, escasos y sin interconexiones. Realmente no era necesario un carril bici porque había más bicicletas que coches circulando. Pero todo esto cambio después de la Segunda Guerra Mundial, ya que hubo un gran incremento de automóviles, sobre todo a partir de 1957, lo que trajo un mayor número de accidentes. Los holandeses protestaron y pidieron calles seguras para peatones y ciclistas, peticiones que fueran escuchadas especialmente en 1973 con la primera crisis del petróleo que paralizo el país. Los gobernantes empezaron a promover políticas para potenciar la bicicleta: domingos y centros urbanos cerrados para los automóviles recuperaron el recuerdo de ciudades sin coches. Desde entonces se ha realizado una gran inversión en infraestructuras.
Como peatón y turista, las primeras sensaciones paseando por Amsterdan son que las bicicletas, por mayoría, mandan en la ciudad. De hecho, al no estar acostumbrado a andar por aceras que se unen con el carril bici y la calzada de los coches, en calles estrechas, es fácil sentirte atropellado por las bicicletas. Entonces es cuando aparece el sonido de la ciudad, cada ciudad tiene un sonido, al igual que un olor. El sonido de Amsterdam es el timbre de las bicicletas y el olor, los tulipanes.
La templanza y habilidad que demuestran los ciclistas circulando por la ciudad es uno de los aspectos que más llama la atención. Únicamente con sus timbres son capaces de hacerse hueco y que la gente y los coches se aparten justo antes de pasar, es increíble. A las pocas horas de pasear por sus calles y canales, los sentimientos que te invaden son de tranquilidad y sosiego dado que es una ciudad con poca contaminación acústica. Lo siguiente es querer montarte en una de esas grandes, viejas y destartaladas bicicletas que utilizan con grandes cestos o alforjas. En algunos tramos de la ciudad, las bicicletas se pueden dejar en cualquier sitio, eso sí, una recomendación es que no te olvides de ponerle un candado o cadena. No hay excusas para no montar en bicicleta en Amsterdam.
¿Cuál puede ser la siguiente evolución que sufra el carril bici tal y como lo conocemos?
Los holandeses ya están en ello, y no es ni más ni menos que «Un Carril Bici Solar para iluminar las calles». Increíble, ¿verdad? El proyecto piloto denominado «SolaRoad Project» se ubica en la ciudad de Krommenier (Holanda) y aprovechará la superficie del carril bici para instalar paneles solares que generarán energía para iluminar las calles, semáforos y, posiblemente, en el futuro viviendas.
Está claro que sobre bicicletas y todo lo que conlleva su posible movilidad en una ciudad, Amsterdam como capital de los Países Bajos, o como la solemos nombrar Holanda, está a la vanguardia.